Hoy lo vi, salía de su casa ¿o era la mía? No lo sé. Todo era muy familiar.
El iba a la tienda de suministros, donde parecía quedar en mis recuerdos el almacén, pero lo note nervioso. Al momento me confesó que sentía algo extraño, una sensación conocida de precedencia imperceptible.
No entendía nada, así que no me atreví a decirle una sola palabra. Pero sus pasos aceleraron, su nervio se convirtió rápidamente en desespero mientras volteaba constantemente, no sabía que hacer así que solo miraba… Pero ¿Cómo no hacerlo? Era un cuerpo agitándose cada vez más rápido que parecía ir siempre a la misma velocidad, como si su único propósito fuese transpirar.
Corrió en brasas del pánico, huyendo de… Nadie lo sabe, todos mirábamos desconcertados cuando empezó a balbucear y gritar: “¡VETE!”, “¡DEJAME EN PAZ!”, “¿¡POR QUE NO TE VAS!?”, “¿¡QUE QUIERES DE MI!?”; solo eso escuchaba de sus vociferaciones.
Fue eterno, unos se escondían y los que se acercaban el los ahuyentaba bruscamente hasta que por fin llegamos a la esquina justo frente a la tienda. En ella había una cabina telefónica, o por lo menos mis recuerdos me hicieron pensar eso. Si era una cabina, pero esta contenía un hacha; El sonrió y con demencia rompió el vidrio y agarró el hacha.
Lo escuchaba claramente mientras se me acercaba, no había tenido la oportunidad de apreciarlo desde esta perspectiva, así que apenas en ese momento noté que no todo lo que me transmitía lo hacia usando su boca… no hablaba, no siempre.
Esta era su oportunidad de acabar con todo de una vez, “¡VETE!”, demandaba, “¡ALEJATE!”, acompañado de movimientos bastos y violentos con el hacha.
Era escalofriantemente relajante la suavidad con la que empezó a cortar, sangrar y rebanar; siempre ese orden parecía majestuoso, como acompañado de una orquesta filarmónica. Se detuvo, se detuvo al darse cuenta que ese sentimiento de dicha no iba acuerdo a su acción, además que no opacaba el sentimiento así que huyó, nuevamente corrió.
Corrió sin dejar nada atrás, nada excepto el hacha y un mundo en escala de grises manchado de rojo.
Llegamos a un lugar que no conocía, pero había escuchado de el en mis sueños. Lo describían como un hueco tan profundo donde una vez adentro, es imposible salir; Una cárcel o algo semejante tal vez, puesto que de ahí emanaba locura, desesperación, ira, rebelión y algo de política.
Después de tan vaga reflexión me di cuenta de sus intenciones, iba a saltar al precipicio; entrando al “hueco” se liberaría de una vez. Su recurso desesperado finalmente me hizo reaccionar… demasiado tarde, solo pude acercarme para verlo caer y recordar… “Todo era muy familiar”, “…mis recuerdos…”, “…no hablaba, no siempre”, “…sueño…”.
Se desvanecía lentamente mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
2 comentarios:
Que triste casi, casi lloro :S
Me gustaría anotar que la narrativa y la comprensión de la historia se vuelven confusas por momentos. Creo que esto se debe al uso arbitrario de pronombres al momento de contar la historia ("hoy lo vi", "todos mirábamos desconcertados", etc) y a puntos flojos en la redacción. Aún así, felicitaciones =)
P.D: me gustó la siguiente imagen, "dejando atrás un mundo en escala de grises manchado de rojo..."
Publicar un comentario