Luego de un beso apasionado, yo le digo:
-Tenía ganas de hacer esto desde la última vez vi en Medellín, hace tres años.
-Yo tambien, -me contestó.-
Continuo besándolo, con aun más pasión, y con el corazón a mil, como si mi boca y la suya supieran un juego perfectamente coordinado, eterno y caliente. Mientras tanto pensaba que si lo que hacíamos estaba bien o no. Y entonces me detengo y le digo:
-No sé porque no lo hice.
-De pronto no era el momento. -Me contestó con sus ojos desorbitados.-
Yo segui besandolo y perdiendo la noción del tiempo, olvidando si era hoy o si era la primera vez que lo besé hace 7 años, reviviendo tal cual lo que hicimos. Mientras se me vino a la mente que si acaso este era el momento, como si ahora no me estuviese dando un permiso que no debería darme, pero decidí no decirle eso, solo callé y seguí besándolo. ¿Será que existen momentos para las cosas?
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